Derechos sexuales, educación y libertad desde la perspectiva de género.
“Estoy convencida de que la experiencia maternal puede ser feminista y apoderada si el proceso de la gestación, el parto, el postparto y la lactancia caen bajo el control y decisión de las mujeres. Hasta ahora la maternidad patriarcal ha dominado el escenario y se nos ha condenado -y obligado- a parir violentamente y a criar patriarcalmente. Sin embargo, nuevos modelos de nacimiento y crianza afloran desde el apoderamiento, la agencia, la libertad, la solidaridad y el control de las mujeres sobre sus cuerpos. Una maternidad apoderada y feminista es posible.” (Gabriela Boichuk.)
La educación sexual hace referencia al conjunto de actividades relacionadas con la enseñanza, la difusión y la divulgación acerca de la sexualidad humana en todas las edades del desarrollo, el aparato reproductor femenino y masculino, la orientación sexual, las relaciones sexuales, la planificación familiar y el uso de anticonceptivos, el sexo seguro, la reproducción —y, más específicamente, la reproducción humana—, los derechos sexuales y los derechos reproductivos, los estudios de género y otros aspectos de la sexualidad humana, con el objetivo de alcanzar un estado específico de salud sexual y reproductiva y también un estado satisfactorio de salud general, tanto física como emocional.
La Ley 26.150 establece que todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal.
¿Qué implicancias tiene poseer una educación sexual?, ¿Cuál es su relevancia? Como pedagogos, debemos comprender el cambio y la importancia que ha adquirido la actual concepción de la sexualidad para las nuevas generaciones, los nuevos sujetos. Ello nos reclama y obliga a asumir una posición diferente con respecto a su enseñanza.
A partir del siglo XX, las relaciones interpersonales y la forma en la que se vive la sexualidad cambiaron radicalmente. La idea del cuerpo de la mujer limitado a la reproducción se fue abandonando para trasladarse a un plano secundario. Hoy prevalece una concepción de la sexualidad más lícita para ambos sexos. Es por ello, que ante la aparición de nuevos sujetos sociales, los procedimientos de enseñanza deben actualizarse porque no transmitimos cualquier saber, debemos transmitir aquellos que los inscriban en su historia y los proyecten a un futuro.
Exigimos el cumplimiento íntegro del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, Ley 26.150. Nuestros alumnos y alumnas merecen una educación que les posibilite acceder al derecho a mantener una sexualidad sana y libre y porque, como dijera Philippe Meirieu, “uno de los principales objetivos de la educación democrática es transmitirles a nuestros hijos que los saberes fueron y siguen siendo una herramienta de emancipación para los hombres y las mujeres”.